jueves, noviembre 11, 2004

Los ocho versos del entrenamiento mental

1. Con el pensamiento de alcanzar la iluminación,
para el bienestar de todos los seres,
quienes son los más preciados que la joya que satisface todos los deseos,
practicaré constantemente y pensaré siempre que ellos son lo más valioso.
2. En todo momento que me encuentre en compañía de otros,
practicaré observándome como el más humilde entre ellos,
y desde la profundidades de mi corazón,
respetuosamente los veré como superiores.
3. En todas mis acciones examinaré mi mente,
y en el momento en que surja una actitud perturbada,
y ponga en peligro el bienestar de mi mismo y de los demás,
firmemente la confrontaré y trascenderé.
4. Cuando me encuentre con una persona mal intencionada,
dominada por actitudes negativas y un intenso sufrimiento,
la consideraré como a un ser querido, muy difícil de encontrar,
como si hubiera hallado un preciado tesoro.
5. Cuando los demás, abrumados por los celos,
me maltraten, difamen y calumnien,
practicaré aceptando la derrota,
y ofrendándoles la victoria.
6. Cuando alguien al que hay beneficiado,
y en quien haya depositado mi confianza,
me lastime dolorosamente,
practicaré viéndolo como mi maestro supremo.
7. En resumen, ofreceré directa e indirectamente,
todo beneficio y felicidad a todos los seres, como si fueran mis madres.
Practicaré en secreto tomar en mí todo su dolor y sus acciones dañinas.
8. Sin que esta práctica sea manchada por los ocho intereses mundanos,
y percibiendo todos los fenómenos como una ilusión,
practicaré sin apego para liberar a todos los seres
de las cadenas de la mente y del karma terrible y perturbado.

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