El sentimiento de proximidad de mi muerte me ha dejado, al menos de esa proximidad adicional, porque tengo claro que siempre puede ser la última vez, pero al menos no el sentimiento que me invadió el fin de semana de confortable inmediatez.
Estar con Xavier, escucharlo, reirnos juntos, compartir nuestros puntos de vista fue estupendo; descubrir nuevamente esa naturalidad con la que nos tratamos, como si nunca nos hubiéramos separado, como si no existieran 3,4 años de por medio desde la última vez que realmente platicamos. Va a venir regularmente por un proyecto que tiene, eso me dará la oportunidad de verlo alguna vez, tenerlo más cerca, mi amigo, mi querido amigo, ¿se puede querer a alguien de modo tan perfecto sin tenerle apego? Aún le tengo cierto grado de apego, no en forma angustiante, pero me di cuenta de cuánto extrañaba esos momentos compartidos, nuestras risas, nuestras conclusiones...
La historia con Magda es distinta, quiero correr a ella, rescatarla, protegerla, sé que no puede ser así, la vida es individual y tiene que liberarse por sus propios medios; no sé qué hacer para ayudarla, además de mantener el contacto lo más cercano posible, escucharla, pedir por ella...¿dónde se perdió? ¿en qué esquina tomó el rumbo equivocado? Sé que tiene que purificar su karma, entiendo que su sufrimiento es parte de ese proceso, pero quisiera caminar con ella, ayudarla a cargar esa cruz, honestamente tirar y quemar esa cruz, hay otras formas de liberar el karma, de purificarlo, si tan sólo pudiera llenar su cabeza de entendimiento, su corazón de amor...
Coincido con Gerry, me gustaría algún día convertirme en un bodhisatva...
miércoles, abril 07, 2004
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