lunes, junio 21, 2004

Una pequeña historia que encontré en la revista Fahrenheitº Arte Contemporáneo (Año 1 Núm 5 Junio-Julio 2004)la cual les recomiendo ampliamente, costo al público $50.00.

La Muerte en Samarkande
Por Héctor Bourges

1.
Elipsis del signo, eclipse del sentido-engaño.
Distracción mortal que un solo signo opera en un instante.

Aquí todo se decide con un solo signo involuntario

2.
El soldado corre entonces al palacio del rey
a pedirle su mejor caballo para huir de la muerte
durante la noche, ...Lejos... Muy lejos...
hasta Samarkande

Como la historia del soldado, que se encuentra
con la muerte en el desvío de un mercado, y cree verle hacer
un gesto amenazador hacia él.

La muerte aparece sin estrategia,
incluso sin artimaña inconsciente...

Y al mismo tiempo, adquiere la profundidad
Inesperada de la seducción...

Ni inconsciente, ni metafísica, ni psicología en todo esto.
Ni siquiera estrategia. La muerte no tiene un plan.
Arregla el azar con otro azar de un gesto.

Así es como trabaja y, sin embargo, todo se cumplirá...

Con motivo de ello, el rey convoca a la muerte
al palacio para reprocharle que espante de ese
modo a uno de sus mejores servidores, pero ésta le
Contesta asombrada:

No he querido causarle miedo.
Era solamente un gesto de sorpresa,
al ver aquí a ese soldado, cuando teníamos
cita partir de mañana en Samarkande

El asombro de la muerte es lo encantador,
el asombro de un arreglo tan frívolo y que las cosas
corran de esa manera al azar...


3.
Al intentar escapar a su destino, es cuando,
se acude a él con más certeza. Naturalmente,
cada uno busca su propia muerte, y los actos
fallidos son los más logrados.

La conjunción alusiva de signos
y de reglas que se acoplan.

...nada podría haberse dejado de cumplir y,
sin embargo, todo conserva la ligereza del azar,
del gesto furtivo,
del encuentro accidental,
del signo ilegible.
Así funciona la seducción...

4.
Nadie tiene nada que reprocharse en esta
historia –o bien el rey, que ha prestado su caballo,
es también culpable (o usted, por haber pasado
de página y al cerrarla, ha unido lo que quería estar
separado, ¿es también culpable?). No.
tras la libertad aparente de los sujetos –la muerte es
libre de hacer el gesto, el soldado es libre de huir...
(Usted es libre de cambiar de página)
-cada uno ha seguido una regla, que ni uno
ni el otro conocen. La regla de este juego, que
debe, como toda regla fundamental, quedar en
secreto, es que la muerte no es un acontecimiento
a secas y que debe, para consumarse, pasar por la
seducción, es decir, por una complicidad instantánea
e indescifrable, por un signo, uno solo quizá,
que no habrá sido descifrado.

El soldado ha ido a la muerte por haber
dado sentido a un gesto que no lo tenía,
y que no le concernía.

Ha tomado para él, algo que no estaba dirigido
hacia él, como se toma para sí, una sonrisa que
pasa ligeramente a la izquierda, y se va hacia
alguien distinto.

Ese es el colmo de la seducción: no tenerla.
El hombre es seducido, es atrapado de él,
en la red de signos que se pierden.

Porque el signo es desviado de su sentido,
porque es seducido, esta historia es seductora por
sí misma. Cuando los signos son seducidos,
se vuelven seductores.


Seducir (del latín SEDUCERE): desviar el camino.




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